Muy alejado de “nuestro mundo”, en una porción del territorio de Etiopía, una zona donde hubo muchos volcanes y la erosión creó grandes sedimentos de rocas y barros pigmentarios el fotógrafo Hans Sylvester hizo un trabajo, registro antropológico, de las tribus que existen alrededor del Río Omo.
Gracias a este extraordinario trabajo tenemos la posibilidad de conocer y admirar a los habitantes de esta región, las Tribus del Omo quienes llevan el genio de la pintura en sus genes y mantienen viva la tradición de sus ancestros: convertir sus cuerpos desnudos en verdaderas obras de arte.
Ancianos, hombres, mujeres y niños embellecen sus cuerpos y rostros, pintando con una rama cualquiera, con sus uñas, dedos y manos, enterrándolas en cenizas pigmentadas de increíbles colores: ocre caolín, caolín blanco, amarillos, verde de cobre oxidado, las cenizas que van desde el negro al blanco pasando por toda la gama de grises son su paleta, la de pintores libres y desinhibidos.
“Dibujan con las manos abiertas, con sus uñas, a veces con un palito de madera o ayudados por unas hojas y unas palmas. Sus gestos para pintar son rápidos, espontáneos y va más allá de la infancia y de lo que buscan los maestros de la pintura contemporánea”, dice Sylvester para describir el arte que ha vivido y que ha registrado a través de su lente.
Combinan admirablemente sus cuerpos pintados con todos los elementos que la naturaleza les provee: hojas, ramas, flores, frutos. Todo en ellos es armonía, color, vida, movimiento, sensibilidad.
Comenta Hans: “Se nota que en esta población hay un amor a su cuerpo, a sus desnudeces adornadas. La relación es seducir a través del color. En ellos la vida es un juego perenne y un placer indiscutible”.
Sus fotos me sedujeron desde el primer instante en que las vi y desde entonces me tomé el atrevimiento de recrear con mis pinceles, mis dedos y mis manos a estos inigualables Artistas Natos.
Los que verán a continuación son los tres primeros cuadros (pintados al óleo sobre tela) que formarán parte de mi Colección “La tribus de l’Omo”.
Gracias a este extraordinario trabajo tenemos la posibilidad de conocer y admirar a los habitantes de esta región, las Tribus del Omo quienes llevan el genio de la pintura en sus genes y mantienen viva la tradición de sus ancestros: convertir sus cuerpos desnudos en verdaderas obras de arte.
Ancianos, hombres, mujeres y niños embellecen sus cuerpos y rostros, pintando con una rama cualquiera, con sus uñas, dedos y manos, enterrándolas en cenizas pigmentadas de increíbles colores: ocre caolín, caolín blanco, amarillos, verde de cobre oxidado, las cenizas que van desde el negro al blanco pasando por toda la gama de grises son su paleta, la de pintores libres y desinhibidos.
“Dibujan con las manos abiertas, con sus uñas, a veces con un palito de madera o ayudados por unas hojas y unas palmas. Sus gestos para pintar son rápidos, espontáneos y va más allá de la infancia y de lo que buscan los maestros de la pintura contemporánea”, dice Sylvester para describir el arte que ha vivido y que ha registrado a través de su lente.
Combinan admirablemente sus cuerpos pintados con todos los elementos que la naturaleza les provee: hojas, ramas, flores, frutos. Todo en ellos es armonía, color, vida, movimiento, sensibilidad.
Comenta Hans: “Se nota que en esta población hay un amor a su cuerpo, a sus desnudeces adornadas. La relación es seducir a través del color. En ellos la vida es un juego perenne y un placer indiscutible”.
Sus fotos me sedujeron desde el primer instante en que las vi y desde entonces me tomé el atrevimiento de recrear con mis pinceles, mis dedos y mis manos a estos inigualables Artistas Natos.
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"Las Tribus de l'Omo"2.
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